Training Workshop in Guatemala City

16 a 22 de febrero de 2020

 

En este lugar y en estas fechas nos reunimos 45 delegados de 10 países: Colombia, Costa
Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
República Dominicana, y, para el primer Taller de capacitación de la Coalición de
Religiosas/os de la ONU por la Justicia.

En este encuentro reflejamos los rostros nuevos de la intergeneracionalidad, hermanas/os
mayores y jóvenes; la pertenencia carismática, con la presencia tanto de religiosas/os como
de laicas/os; la intercongregacionalidad, con la participación de 10 comunidades y 5
movimientos; la inseparable opción por los pobres y la tierra; la relación entre la academia
(casi todos son profesionales y varios profesores universitarios) y las bases (todas/os están
comprometidas/os con la suerte de los marginados y el clima).

En un ambiente de diálogo fraterno, de escucha, de oración compartida, de trabajos en
grupos, se cumplió el objetivo central que era el de favorecer una formación integral,
mediante una dinámica de comunicación, análisis de la realidad y diseño de una propuesta
orgánica para el logro de una acción colectiva, de promoción justa, sostenible y efectiva, que
incida en la consecución de la justica, la paz y la integridad de la creación.

Somos conscientes de que son los pueblos los que cambian la historia con proyectos comunes
que parten del mundo vital de las personas y sus comunidades. Solo así se pueden transformar
los problemas identificados en el análisis de la realidad, como: la corrupción, la migración,
la violencia, el deterioro del medio ambiente, el extractivismo. Se trata de problemas
estructurales de marginalidad y de crisis climática: los pobres y la tierra nos interpelan.
El clamor de los pobres se refleja en la desigualdad social; de acuerdo con el informe de la
organización inglesa OXFAM, publicado en febrero del 2019, el 82% de la riqueza mundial
generada durante el pasado año fue a parar a manos del 1% más rico de la población mundial,
mientras que el 50% más pobre -3.700 millones de personas- no se benefició en lo más
mínimo de dicho crecimiento.

En América Latina y el Caribe, el 20% de la población concentra el 83% de la riqueza. El
número de multimillonarios en la región ha pasado de 27 a 104 desde el año 2000. En grave
contraste, la pobreza extrema está aumentando. En 2019, 66 millones de personas, es decir,
un 10,7% de la población, vivía en extrema pobreza (CEPAL).
Por eso, el Papa Francisco, en febrero de este año, exhortó a la Presidenta del Fondo
Monetario Internacional y a los Ministros de Hacienda del mundo, a buscar salidas a estas
profundas desigualdades: “Se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos;
no existe un determinismo que nos condene a la inequidad universal”.

Para el próximo mes de marzo el mismo Francisco ha convocado, en la ciudad de Asís, al
foro: “Un pacto para Cambiar la Economía”, para “practicar una economía diferente, una que
da vida y no mata, incluye y no excluye, humaniza y no deshumaniza, cuida la creación y no
la despoja”.

El clamor de la tierra se está agudizando con el fracaso de las cumbres climáticas, donde
Estados Unidos, Brasil, Australia, se retiraron de los acuerdos para reducir emisiones de
gases de efecto invernadero. El plazo para evitar un colapso ambiental que pondría en riesgo
toda la creación, si se llegan a superar los 1.5 grados de temperatura, es apenas de diez años.
Nuevamente, el Papa Francisco, con la Laudato si’ y la Querida Amazonia, hace un llamado
urgente para evitar esta crisis planetaria.

En este contexto y con un método progresivo de estudio y de consenso, tuvimos la
oportunidad de acercarnos a nuestra realidad y nuestros contextos vitales con estas
Constataciones:
– La radicalidad vocacional determina nuestras motivaciones y nuestra acción
apostólica;
– La centralidad de nuestras motivaciones sociales está en los pobres y en el
seguimiento de Jesús;
– Tenemos una visión común de la realidad de nuestros países;
– Nuestra experiencia de trabajo social nos ha capacitado para relacionar la fe con la
realidad;
– La inserción en nuestras realidades contextuales se expresa en el conocimiento de sus
causas y consecuencias;
– Nos caracteriza la sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento de los marginados;
– La realidad de nuestros pueblos es dramática, en límite de alto riesgo, toca los
extremos de lo socialmente incontrolable y pone en riesgo muchas vidas;
– Los pobres son cada vez más pobres y más numerosos;
– La íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta está siendo agudizada
con una tecnología y un concepto de la economía y el progreso inhumanos y
antiecológicos;
– La contaminación y el cambio climático no solo han deteriorado el agua social y han
acentuado la pérdida de biodiversidad, también han producido una degradación social
y una progresiva inequidad planetaria;
– Reconocemos en nosotros una cierta falta de rigor en el análisis de las problemáticas,
y de creatividad en la dinamización de imaginarios y horizontes, y un afán por definir
respuestas antes del discernimiento que garantiza el sentido de las mismas.

Al mismo tiempo hemos reafirmado nuestro marco doctrinal con estas Convicciones:
– Los ODS contienen proyectos que reflejan el Evangelio, los Carismas
congregacionales, la Doctrina social de la Iglesia; por eso se constituyen en caminos
válidos y efectivos de nuestro accionar apostólico;
– Como metas para los próximos años, contribuyen a superar el asistencialismo del
compromiso con el pobre y le facilitan incidir en la política y las estructuras, para
promover su dignidad y sus derechos, con respuestas concretas, integrales y
orgánicas;
– La incidencia de la justicia en la política, como servicio al bien común, es una acción
misionera;
– El compromiso con los pobres debe sustentarse en una espiritualidad evangélica, de
lo contrario, se convierte en ideología o sociologismo;
– Las bienaventuranzas de Jesús constituyen el carnet de la vida cristiana, mientras que
el protocolo de la santidad es el servicio al hambriento, al sediento, al desnudo, al
encarcelado, porque así se sirve al Señor;
– El servicio a los pobres pasa por la justicia, la justicia por el compromiso político, y
la santidad cristiana por la justicia y el pobre;
– La centralidad de la persona humana en la organización de la sociedad se manifiesta
en la valoración del pobre y su estilo de vida;
– La incidencia de la justicia en la política refleja el sentido humano de cualquier
cultura;
– La Iglesia es servidora del Reino cuando es pobre y cuando garantiza la ciudadanía
teológica de los pobres;
– Los pobres son los rostros sufrientes de Cristo, por eso hacen parte de la fe
cristológica;
– Los pobres son una propuesta alternativa de sentido con su estilo de vida: sobrio,
creativo, solidario, alegre, abierto a la providencia divina; así nos evangelizan y hacen
presente el Reino de Dios en la Iglesia y el mundo;
– Existe el circulo virtuoso de la pobreza como estilo de vida, con el cual, y solo con el
cual, es posible vencer el círculo vicioso de la miseria;
– La naturaleza es un espléndido libro, cuyas letras son la multitud de criaturas
presentes en el universo; por eso hay mística en todo lo creado, y también en el
gemido del enfermo, el grito de los desheredados y el rostro de los pobres;
– La suerte de la naturaleza incide en la suerte de los pobres, por eso la opción por los
pobres y la tierra es inseparable.

Con base en este análisis de la realidad y esta iluminación hemos definido como fruto de
nuestro trabajo una Campaña de Concientización y Empoderamiento Ciudadano, que es
una estrategia de movilización social para transformar las profundas desigualdades sociales
y fomentar el cuidado de la Casa Común. La hemos precisado de esta manera:

Naturaleza: Concientizar la participación ciudadana en la Región centroamericana, para
despertar una responsabilidad social, favoreciendo un cambio en la cultura que aporte
positivamente las transformaciones que requiere la región. La campaña tendrá como base
los valores del Reino, que nos constituirá en portadoras y portadores de esperanza, con
acciones que impulsen al empoderamiento de las personas en la sociedad, para que, desde
una reflexión más crítica de su realidad y considerando los imaginarios y valores
generadores de vida, se motiven a tener un rol ciudadano más activo en el reclamo de los derechos humanos y de la naturaleza, y en el ejercicio de los deberes; participando en
acciones, que lleven a quienes tienen el poder económico, político, social y eclesial a tomar
decisiones que cambien la realidad, en favor de la justicia, los pobres y la tierra.

Objetivo general: Promover una transformación cultural en la Región centroamericana,
mediante la formación de una conciencia ciudadana, el análisis crítico de la realidad, para el
empoderamiento de las personas y la incidencia en la transformación local y global.

Objetivos específicos:
1. Organizar a miembros del equipo que se encarguen de elaborar el material formativo e
informativo, virtual y físico para ofrecer herramientas de empoderamiento ciudadano;
2. Diseñar una estrategia de seguimiento y evaluación de la campaña de formación
ciudadana para garantizar su continuidad;
3. Articular con sectores de la sociedad civil para fortalecer una red de organizaciones
sociales y comunitarias que contribuyan a una mayor incidencia política;
4. Crear espacios de educación integral, que fomente personas con pensamientos críticos,
contribuyendo a mejorar las realidades locales;
5. Fortalecer la organización de las comunidades para que puedan intervenir activamente en
los cambios sociales.

Terminamos el encuentro con sentimientos de intensa gratitud con la CLAR y la JCoR que
nos han convocado, y con CONFREGUA por su acogida y colaboración. Regresamos a
nuestros territorios con un corazón fortalecido para la transformación global, donde prima la
opción por los pobres y la tierra, clave de la cuarta tinaja de la CLAR. Pedimos a nuestra
Señora de América que sea nuestra compañera de camino en este viaje por el mar de la
historia, hasta cuando nos encontremos con la creación en una tierra nueva y con los pobres
definitivamente liberados. ¡Ya es la hora! ¡Hagamos lo que Él nos diga!

 

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